¡Hola a todos!
Permitidme que esta vez comience mi blog al revés, así que primero os contaré cómo fue esta última semana en Hilton Head, uno de los torneos regulares del PGA Tour que más me apetecía jugar este año.
Y es que todo el mundo hablaba fenomenal del RBC Heritage: que si el sitio es precioso (una isla en South Carolina a tan sólo 3 horas en coche de Augusta); que si el campo Harbour Town Links es una maravilla (diseño de Pete Dye que nada tiene que ver con lo que se juega habitualmente en el PGA Tour: cortito, estrecho, metido en un bosque, pegado al mar, donde el viento siempre sopla fuerte…); que si hay un ambiente muy distendido tras la semana del Masters, etc… El año pasado, a pesar de que me habían concedido una invitación para jugarlo, no pude participar porque coincidió con el Open de España del Saler, así que la expectación era máxima.
La verdad es que llevaban razón en todo lo que contaban, pero lamentablemente el tiempo no nos acompañó durante la semana, y los fuertes vientos y lluvias torrenciales complicaron un poco todo, ya que no pudimos preparar el torneo como nos hubiera gustado: el martes no pude entrenar el campo debido a las fuertes lluvias y mi única vuelta de entrenamiento fue finalmente la del pro-am.
Lo mejor de la semana fue sin duda el birdie del viernes en el famoso hoyo 18 de Harbour Town Links para acabar en +3 y pasar el corte, y la vuelta de 67 golpes del sábado. Lamentablemente, el domingo fue un día para olvidar: unos primeros nueve hoyos malos de tee a green, y salvando el resultado con el juego corto y el putt; y unos segundos nueve en los que le pegué muchísimo mejor pero el juego corto me abandonó por completo. Al final un puesto T53 que me dejó con muy mal sabor de boca.
La semana del Masters fue, como todos los años, espectacular. Cuando eres un niño esperas impaciente la llegada de las vacaciones o de la Navidad. Cuando eres profesional de golf el equivalente sería la semana del Masters.
Mi día favorito no es el jueves, con los nervios del tee del uno, ni tampoco el miércoles, con la famosa competición de pares tres… Mi día favorito en Augusta es, sin lugar a dudas, el domingo previo al torneo. Un día en el que puedes disfrutar de Augusta National en todo su esplendor. Las puertas aún están cerradas al público (no abren hasta el lunes) por lo que sólo hay socios y algunos otros pros en el campo. Además, ese día los antiguos ganadores del torneo pueden invitar a alguien a jugar con ellos. Este año, por ejemplo, Bubba Watson jugaba delante nuestro con su mujer, y parece que la estrategia le funcionó bien.
Para los que no hemos ganado el Masters (todavía) el único privilegio del domingo previo es que puedes llevar un acompañante (además de tu caddie) por dentro de las cuerdas, cosa que no se permite el resto de días de entrenamiento o competición. En mi caso, llevé a Dave Stockton, mi entrenador de putt, aunque aún recuerdo con mucha ilusión cuando en 2012 pisé por primera vez el Amen Corner acompañado por mi padre.
Este año el ambiente del domingo previo fue algo distinto al celebrarse ese día la competición de Drive, Chip & Putt de los niños. La zona de la casa club estaba abarrotada y no se vació hasta las dos de la tarde, una vez finalizado el evento. He de decir que la idea del torneo es espectacular y una forma fantástica de promocionar el golf entre los pequeños. Muy divertido de ver por la tele, te dabas cuenta que eran los padres de los niños los que más se alegraban de estar en Augusta National.
Además, el tiempo resultó mejor de lo previsto y pudimos disfrutar sin mojarnos de un partido de lo más español con Olazábal y Jiménez. Partido que más tarde repetimos durante la semana, incluyendo la competición de pares 3.
Si algo caracteriza las vueltas de práctica en Augusta es que son muy largas. Los jugadores están mucho tiempo en los greenes, practicando desde cada esquina a las ya habituales posiciones de bandera del torneo, intentando descifrar los secretos de cada green. Las vueltas se eternizan, llegando a durar aproximadamente tres horas por cada nueve hoyos, así que lo mejor es dosificar e intentar no gastarse mucho de cara al fin de semana.
El único pero a la semana fue la gran tormenta del lunes, que sólo nos permitió jugar seis hoyos a Manassero y a mí antes de que cerraran el campo por completo. Lo sentí por el público asistente y especialmente por mis amigos, que en su primer día en Augusta, sólo pudieron disfrutar de un par de horas de golf. A los patronos (como así se llama en Augusta al público) les dieron dos opciones: reembolsarles el dinero o bien cambiar la entrada para el lunes del año próximo.
La tormenta pasó justo a tiempo para poder celebrar esa misma tarde el ya tradicional asado argentino que da mi gran amigo Gustavo Benvenuto (único amigo/familiar que ha asistido a mis tres Masters, aparte de mi caddie Jeff) en casa y que este año reunió a casi 100 personas, entre amigos, jugadores, sponsors, managers, periodistas y algún que otro oficial. Una noche muy divertida y relajada que acabó tarde debido a la celebración de las finales universitarias de baloncesto, ¡hasta el punto de que tuve que echar a la gente de casa para poder dormir!
El martes jugamos con mi amigo Hideki Matsuyama, que tuvo que dejarme en el hoyo 9 por unas molestias en su muñeca derecha. Lo mejor de ese día, la cara de asombro de mis amigos al conocer Augusta por primera vez. Todos coinciden en lo mismo: supera tus expectativas. Otra cosa que supera las expectativas es la cantidad y variedad de cosas que pueden llegar a comprar en la tienda del torneo, ¡¡qué barbaridad!!
El miércoles es el día que mas público hay en Augusta y es la competición de pares 3 la que tiene la culpa. Miles de personas se agolpan en torno a esos minúsculos, pero espectaculares 9 hoyos y el ambiente es increíble, siendo el momento más especial cuando Palmer, Nicklaus y Player salen a jugar. La anécdota de ese día llegó cuando nos recibió en el tee del 6 una de las pocas mujeres socias de Augusta, Condoleezza Rice, ex Secretaria de Estado de EEUU, y empezamos a charlar de política. ¡Y ya sabéis lo que me gusta a mi charlar de política con Jiménez!
En cuanto al torneo, seguro que todos lo habéis seguido, incluyendo las crónicas de la prensa española allí presente. Un primer día de juego horrible, donde con mucha garra sacamos adelante una vuelta de 75 (+3) y un segundo día fantástico con vuelta de 69 (-3), que incluyó mi primer par al hoyo 18 tras 10 vueltas de competición (¡ALELUYA!) y que me metió de lleno en el torneo.
Si algo me impresiona de Augusta es la capacidad que tiene la organización de cambiar el campo de un día a otro. Este año ocurrió el sábado, donde los greses estaban mucho más duros y rápidos que los días anteriores. Mi compañero de partido, Louis Oosthuizen, y yo nos mirábamos ya en el green del hoyo 5 aventurando lo que iba a ser un día movidito. Y así fue, sin jugar nada mal de tee a green me fui a casa con un 74 (+2) y tan sólo habiendo perdido cuatro posiciones en la clasificación. El domingo en cambio, el campo estaba mucho más asequible, y mi juego corto volvió a desaparecer. Al final otro 74 (+2) y la decepción de no haber conseguido el objetivo del top 12, para asegurarme así la vuelta a Magnolia Lane el año que viene.
Tras la sensación de decepción inicial, toca quedarse con los buenos momentos vividos esa semana, que ahora escribiendo este blog me doy cuanta que han sido muchos y muy buenos, y que además he podido compartir con varios grandes amigos y familiares. Así que ahora toca ‘arremangarse’ y empezar a trabajar duro para asegurarnos la vuelta a Augusta National la segunda semana de abril de 2015 y poder disfrutar de otra semana incomparable.
Ahora unos días de descanso en casa antes de disputar el Wells Fargo Championship en Charlotte, el Players en Ponte Vedra Beach y, por supuesto, el quinto major de la temporada, el Open de España en CataluÑa.