¡Hola a todos! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que os escribí, aunque como habréis podido comprobar tampoco había mucho que contar en el aspecto golfístico. Sin duda uno de los peores inicios de temporada de mi carrera profesional: diez torneos jugados y sólo tres cortes pasados. Si a eso le unimos los cuatro torneos que jugué en otoño pasado, puntuables también para este año 2015, el comienzo de temporada no ha podido ser mas decepcionante.
Durante las primeras semanas del año mi juego de tee a green nunca estuvo a la altura. Si a eso le añades un pobre rendimiento en los greenes, la combinación es mortífera: sufriendo semana tras semana para pasar el corte, y cuando lo conseguía, ¡“a la cola Pepsi-cola”! Tras mucho trabajo en el swing con Randy, las últimas semanas he pegado mejor a la bola, pero mi putt no me ha permitido reflejarlo en los resultados. Y es que el putt está siendo mi talón de Aquiles en lo que va de año y más me vale enderezarlo de una vez por todas si quiero darle la vuelta a mi temporada. Si no, va a ser muy difícil.
Tras los cambios que hice con Randy a finales del año pasado, en mi swing tengo una nueva variable hasta ahora desconocida: el hook. En todos mis años de profesional nunca he sido hookeador. Yo siempre he sido de fallar por la derecha y al empezar a fallar por la izquierda, estaba creando una inseguridad tremenda a la hora de pegar a la bola. Parece que fue en el torneo de Palm Beach donde conseguimos aminorar los efectos, y finalmente en Houston donde dimos con la tecla y logramos erradicarlo. Una pequeña modificación en el cambio de peso del inicio de la bajada y parece que las cosas empiezan a encauzarse. En Houston pegué muchísimo mejor a la bola, una lástima los últimos nueve hoyos del domingo, si no podría haber conseguido mi primer top 20 de la temporada.
La guinda del pastel a este 'annus horribilis' fue la 'deserción' de mi caddie de los últimos años, Jeff. Tras el torneo de Orlando me dijo que ese sería nuestro último torneo juntos. Como siempre bromeamos, pensé que me estaba tomando el pelo, pero no, tras casi siete años juntos, esa sería nuestra última vuelta. Desde aquí, dedicarle unas líneas para agradecerle estos magníficos años juntos donde hemos pasado grandes momentos, incluyendo cuatro victorias, y desearle lo mejor para el futuro.
Esta última semana he estado en casa descansando, recargando pilas. En un primer momento no tenía pensado ver el Masters, pero tras las dos primeras jornadas, decidí que no podía dejar de ver un Masters histórico, como lo fue el de 1997 con la primera victoria de Tiger. Lo que ha hecho Jordan Spieth con tan sólo 21 años es increíble. Me alegro mucho por él, porque la verdad es un muchacho estupendo: educado, humilde, discreto, etc... ¡El yerno que todo padre querría tener! Estuve animándolo desde el sofá todo el fin de semana y me alegré enormemente, aunque me hubiera gustado que hiciese par al último hoyo para batir el récord del torneo. También me emocioné mucho con la despedida del doble campeón del Masters, Ben Crenshaw. ¡Sólo de pensar que Olazábal tendrá algo parecido algún día se me ponen los pelos de punta!
Así que a pesar de no haber podido estar en el primer grande del año, ha sido un semana de descanso en casa estupenda. Me hacía falta porque había jugado siete semanas seguidas desde el Northern Trust Open en Los Angeles y el cansancio empezaba a hacer mella. No es que lo tuviera planeado así, pero no esperaba jugar el torneo de Bay Hill. Sin embargo, una invitación de última hora cambió mis planes. Y cualquiera le dice no a Arnold Palmer. Además, el torneo de Bay Hill siempre ha sido uno de mis favoritos del año y me daba mucha rabia perdérmelo. Una pena no haber podido aprovechar la oportunidad brindada.
Lo mejor de esa semana fue mi inicio en el mundo de la pesca. Son muchos los jugadores y caddies del Tour que viajan con su caña de pescar en la bolsa de palos. Cuando terminan de jugar y practicar, cogen su caña y se van a alguno de los lagos del campo a practicar su afición. Yo siempre he sido cazador y nunca pensé que tendría la paciencia necesaria para poder pescar, pero todo lo contrario: ¡es como una droga! Ayudado en mis inicios por varios caddies y algún jugador, me he dado a los placeres de la pesca, y a pesar de mi escasa facilidad para la misma, me divierte y me mantiene con la mente despejada; no todo el día pensando en golf. Gracias a mi nueva afición, mis niveles de locura siguen controlados, en unas cotas relativamente normales para un golfista.
Ahora estoy en Hilton Head, Carolina del Sur. La semana próxima juego en New Orleans (por primera vez), donde me han hablado muy bien del campo y de la ciudad, que tengo ganas de conocer. Ojalá estas dos semanas sean el inicio de un cambio de tendencia, no sólo en la pesca sino también en el golf.
¡Un saludo a todos y gracias por leerme!